El guante es una prenda, cuya finalidad es la de proteger las manos.
Historia del guante
Existe una leyenda griega que cuenta que mientras Afrodita, diosa del amor y la belleza, perseguía a Adonis en los bosques, se lastimó las manos con unas espinas. Las tres Gracias, en cuanto oyeron sus lamentos la socorrieron y unieron unas tiras delgadas y livianas que adaptaron a las manos de la diosa.
No obstante esta leyenda se ha comprobado que mucho antes que los griegos, los habitantes del Norte, expuestos a los grandes fríos tuvieron la necesidad de proteger sus manos contra los rigores de la nieve, el hielo y los vientos polares.
El célebre general e historiador ateniense Jenofonte afirmó que los persas, usaban mitones. El uso de este accesorio estaba muy difundido entre otros pueblos de Asia Menor, y tanto etruscos como egipcios conocían su uso en la antigüedad. Entre los habitantes del Nilo tenían un carácter especial ya que se los consideraba atributos del faraón, a quien se suponía de origen divino.
En los pugilatos, los romanos usaban un tipo de guantes que pueden considerarse los predecesores de los actuales guantes de boxeo. Eran una especie de manoplas armadas con correas llamadas cestos, que en su interior tenian laminillas de plomo para dar un golpe más enérgico.
En el siglo IV, para los caballeros el guante fue un artículo de lujo, símbolo de elegancia y distintivo de casta. Durante la Edad Media, la armadura de los hidalgos incluía manoplas de acero. En esa época la tradición y la etiqueta no permitían el uso de guantes en las damas. También fueron un símbolo de la investidura feudal, un testimonio de ennoblecimiento otorgado por un emperador o por un rey.
En algunos textos del siglo XII, como La Canción de Rolando, el guante desempeño un papel importante, ya que entregar un guante a un hombre era lo mismo que confiarle una misión.
Hacia el siglo IX, las mujeres empezaron a usar guantes. Los fabricantes emplearon diversos materiales para confeccionarlos y les dieron curiosas formas. En su realización se usaron toda clase de pieles y telas, tales como terciopelo, gamuza, conejo, cordero, cabritilla, marta, nutria, perro, lobo, zorro, gato, liebre, ciervo y búfalo. También se engalanaron con botones, encajes, perlas y piedras preciosas.
En los siglos XII y XIII, Italia, Francia y España rivalizaron en la industria del guante. Se fabricaron guantes perfumados con aceite de jazmín, ámbar, aceite de cedro, azahar y rosa, que estuvieron de moda durante mucho tiempo.
Entre los hombres, la idea del reto se asociaba siempre al acto de arrojar el guante.
En la Edad Media no se permitía que una persona tuviera sus manos enguantadas en presencia de un superior.
En miniaturas de los siglos XIV y XV, se han podido observar personajes con los guantes en la mano. El uso del guante alcanzo su apogeo a fines de la Edad Media. Los llamados guantes litúrgicos constituían parte de los ornamentos que se entregaban al nuevo obispo en el momento de su consagración. Estos guantes comenzaron a usarse antes del siglo XII, y llevaban en el dorso un bordado de oro que representaba una cruz, un cordero pascual, un monograma u otro símbolo relacionado con el culto.